Cuando llegan estas fechas y comienzo a oír que empiezan las inscripciones para buscar colegio se me ponen los pelos como escarpias recordando la angustia que me generó esta cuestión.

 

La primera vez que vi qué grado de alteración puede provocar en los progenitores la búsqueda de colegio fue con mi sobrino mayor. Mi sobrino quedó en lista de espera del colegio elegido (nada fuera de lo corriente, era el que quedaba más cerca de su casa) y esas tres semanas de espera fueron angustiosas para sus padres.

Posteriormente oí cientos de noticias en los medios de comunicación que hablaban de padres que se divorciaban para llevar a sus hijos a un determinado colegio, empadronamientos falsos, declaraciones de la renta trucadas e incluso que otros padres contrataban detectives privados para demostrar que había engaño en algunas solicitudes.

El tema me parecía una locura, y sobre todo me generaba mucha ansiedad. Cuando me tocó elegir colegio ese nerviosismo fue creciendo. Amigos y conocidos empezaban a contar sus experiencias o casos que habían escuchado: “Una vecina mía se ha divorciado para llevar a sus hijos al cole que quería”; “Pues yo conozco a otra que se ha empadronado en casa de los abuelos”; “Mi vecina se quedó sin colegio y le ha tocado uno a media hora de su casa en metro”…

En fin, que más que ayudarte todos estos cotilleos ponen nervioso a cualquiera. ¿Y si no me toca el colegio que quiero? ¿Dónde van a mandar a mis hijos?

A mí me tocó “sufrir el proceso” el año pasado. En un primer momento busqué los colegios que había cerca de mi casa y elegí tres candidatos. Primero me leí bien las bases de la convocatoria para ver qué puntos daban y dónde tendría más posibilidades de entrar. El primero de ellos era dónde había ido a la guardería y por lo tanto tenía un punto extra (según las bases el colegio se reservaba este punto para lo que ellos estimasen). En los otros fui a informarme sobre este “punto extra”, un comodín que en cada colegio es diferente. En este caso los dos colegios daban un “punto extra” porque alguno de los padres hubiese estado en un colegio religioso.

Este era mi caso, así que antes de decidir por qué colegio iba a optar en primer lugar, tuve que ir a mi antiguo colegio para solicitar un certificado de que había estudiado allí.

Una vez hecho esto volví a coger las bases de la convocatoria para ver cómo quedaba mi solicitud.

Colegio 1: tenía el punto de guardería, 4 puntos por vivir en Madrid y 0.5 por vivir en la zona de influencia del colegio. Total 5.5 puntos

Colegios 2 y 3: 1 punto porque alguno de los padres había ido a colegio religioso, 4 puntos por vivir en Madrid y 0.5 por vivir en la zona de influencia del colegio. Total 5.5 puntos

Una vez que sabía que los puntos eran iguales en todos los colegios fui a las jornadas abiertas que cada uno tenía para ver las instalaciones y sobre todo preguntar las posibilidades reales de qué mi hijo pudiese entrar.

En los colegios 1 y 2 me dijeron que los años anteriores habían entrado todos los niños que lo habían solicitado y que seguramente no hubiese problema, porque además superaba en 1 punto y medio el mínimo de 4 que tienen casi todos los niños (a no ser que vivan en otra Comunidad). En el colegio 3 me dijeron que el año anterior se habían quedado niños fuera y que no sabían si este año entraría o no.

Al final elegí el colegio 2 sobre todo por 3 razones:

– Está cerca de casa.

– Mis sobrinos mayores iban allí y me gustaba el método de enseñanza

– Tenía más posibilidades de entrar que en el otro.

– Me hubiese gustado llevarle a un colegio bilingüe, pero en esos momentos sólo había uno en mi barrio y no me daban ningún punto extra si lo elegía.

 

Creo que a la hora de elegir colegio debemos tener en cuenta los siguientes factores:

ELEGIR NUESTRAS PRIORIDADES

Que tenga idiomas, que esté cerca de casa o del trabajo, que la enseñanza sea gratuita, que tenga buenas instalaciones… Cada familia tiene sus preferencias y debemos priorizar alguna de ellas. Lo ideal es que el colegio cumpla todos los requisitos que esperamos de él pero, seamos realistas, es difícil encontrar algo así y tenemos que tener claro, por ejemplo, si queremos que el colegio sea bilingüe pero estamos dispuestos a levantar una hora antes a los niños para llevarles.

 

 

 

JORNADA DE PUERTAS ABIERTAS

En estos momentos son muchos los colegios que eligen un día en el que los padres de los futuros alumnos pueden ir a ver las instalaciones y hablar con los profesores y con la dirección. Es un buen momento para ver “in situ” el colegio además de hablar con otros padres que seguramente nos den más información.

 

HORARIO Y ACTIVIDADES EXTRAESCOLARES

Cuando comencé la búsqueda de colegio me gustó uno pero la jornada comenzaba a las 10 de la mañana. Esto quería decir que si yo quería llegar a tiempo al trabajo tenía que apuntar al niño a desayuno y a una actividad extraescolar antes de que comenzase su jornada.

 

 

LEER LAS BASES Y LA SOLICITUD DETALLADAMENTE

Antes de comenzar a elegir colegio es imprescindible que nos informemos bien sobre los puntos extra que nos pueden dar, fechas de entrega, procedimiento… Hay casos en los que a los padres se les pasa echar la solicitud o que entregan varias, cuando está prohibido, quedando excluidos de la elección de colegio.

 

 

GASTOS TOTALES DEL COLEGIO

 Aunque la educación es gratuita hay “extras” como el comedor, actividades extraescolares, aportación voluntaria en algunos centros etc. que suben la factura escolar. Antes de echar la solicitud es mejor que nos acerquemos a los colegios elegidos a preguntar todos estos detalles para no llevarnos sorpresas.

 

 

SER REALISTAS

A todos nos gustaría llevar a nuestros hijos al mejor colegio, pero esto no siempre puede ser así. Tenemos que ser realistas con nuestras expectativas, economía y forma de vida.

 

 

NO DRAMATIZAR SI NO NOS DAN LA OPCIÓN ELEGIDA

Si al final no conseguimos plaza en el colegio deseado no debemos desesperar. Podemos intentarlo otro año si es que deseamos mucho que vayan allí (algunos padres dejan de intentar esta opción cuando ya han escolarizado a sus hijos y no saben que muchas veces a lo largo del curso se producen bajas), o también ver cómo es el nuevo colegio, porque quizás esta opción sea mucho mejor que la que teníamos en mente.

 

 

Araceli

 

 

Personalmente creo que elegir colegio es complicado, sobre todo si, como en mi caso, justo el año que tu hijo empieza el colegio te mudas de barrio y no conoces a nadie cercano que te puede dar referencias de los centros escolares. Así que fue complicado y, la verdad, nunca sabes hasta qué punto has tomado la decisión más adecuada.

La cercanía a la casa es para mí el primer criterio básico. Me hubiera gustado llevarle a colegios, con buenas referencias, pero en otros barrios, pero con 3 años, los dos trabajando, sin ayuda posible de abuelos, el llevarle a un colegio lejos de casa no me parece práctico.

La visita al centro fue muy interesante, además de ver las instalaciones, tienes una primera toma de contacto con el equipo directivo y de ahí ya puedes sacar algunas conclusiones.

Aunque no conseguí plaza en el colegio que más me gustó, ahora mismo no me planteo cambiarle porque el niño va muy a gusto, está feliz tanto con su profesora como con sus compañeros y no quiero arriesgarme a un cambio que quizás luego tenga que lamentar.

Por encima de las instalaciones, del método de enseñanza, de la cercanía o lejanía a la vivienda… está el papel del maestro/a y del resto de los alumnos. La influencia que ambos tienen en los niños tan pequeños es enorme, así que en realidad cuando estás eligiendo un colegio, nunca sabes si aciertas o no hasta que tu hijo está dentro.

susana       Mi experiencia con el cambio de colegio ha sido muy positiva. Mis circustancias personales hicieron que decidiese cambiar a las niñas de colegio el año pasado. La pequeña comenzaba el ciclo de Educación Infantil por lo que no me preocupaba mucho el cambio porque aunque la guardería estaba en el mismo colegio la niña, no estaba muy apegada a los niños del cole.

La que más me preocupaba era la mayor, de 6 años. Comenzaba el ciclo de Primaria pero, desde que iba a guardería había tenido su mismo grupo de amigos. Además, su profesora de infantil había sido la misma durante 3 años y estaba muy contenta con ella.  El colegio además estaba a 2 minutos de casa andando, una de las cosas más importantes para mi a la hora de elegir cole.

La decisión fue dura pero no me lo pensé dos veces y la verdad es que estoy muy contenta con el cambio. Las dos niñas se han adaptado muy bien a su nuevo cole.

Por mi experiencia recomiendo, si es posible, que si teneís que hacer un cambio de cole para vuestros hijos lo hagais en un cambio de ciclo porque lo notarán menos.

 

 

Y vosotros ¿cuál fue vuestra experiencia al elegir colegio? ¿Os toca hacerlo este año?

 

 

Hoy quiero hablar de una experiencia que hemos tenido muchas personas y que casi siempre deja huella: un aborto.

Voy a contar mi experiencia en este tema, sobre todo para porque en esa situación yo encontré apoyo leyendo casos de mujeres a las que les había pasado lo mismo que yo y que contaban cómo habían afrontado ellas ésto.

Primer aborto: depresión

Mi primer embarazo se produjo en una situación complicada dentro de mi vida; mi padre tenía una enfermedad muy  grave que le dejó con un 96 % de dependencia y el estrés que sufría en esos momentos hizo que me subiese la prolactina, una hormona que puede causar aborto. Estuve una semana en reposo absoluto antes de que me confirmasen que el embarazo no seguía y se me cayó el alma a los pies.

Decir que durante esa semana estuve buscando cosas por internet que hicieron que me deprimiese todavía más. Una de las cosas que recomiendo es no buscar nada en la red: aparecen miles de casos, no sabemos si son verdaderos o falsos y en la mayoría nos provocan mayor ansiedad y desasosiego.

Si tenemos cualquier duda es mejor consultar a nuestro médico, por muy tonta que nos parezca, que buscar en internet, ya que él es el que mejor conoce nuestro embarazo, nuestros análisis y las situaciones de riesgo que podemos sufrir.

Creo que el primer aborto es el peor, ya que tienes todas tus esperanzas e ilusiones depositadas en esa nueva vida y de pronto todo desaparece. Además ya puede que hayas comenzado a imaginar si es niño o niña, cómo decorarás la habitación o qué nombre elegirás, por eso el golpe es más fuerte, porque no te lo esperas.

A mi alrededor la gente me decía «no te preocupes, si eso le pasa a muchas mujeres», pero en esa situación tu no piensas en las demás, incluso te dan igual. Solo piensas en que has perdido un bebé. En esta situación, igual que en otras, es dónde entran en acción las amigas o conocidas a las que les ha pasado algo parecido.

Creo que solo una persona que ha pasado por ello puede entender cómo te sientes realmente y en estos momentos, por lo menos en mi caso, compartir esas experiencias hacen que te sientas más tranquila y que te vuelvas a animar, ya que tras este aborto muchas habían tenido hijos.

 

Segundo aborto: miedo

En el caso del segundo embarazo hay un nuevo factor que no había encontrado en el primero: el miedo. Me daba miedo conducir, me quité del gimnasio, controlaba todo lo que comía por miedo a que me pasase algo… después del primer aborto y tras un segundo embarazo intentaba no hacer cosas que, yo suponía, que podrían conducirme a un nuevo aborto.

Mis niveles de prolactina seguían altos, pero el ginecólogo no me había hecho ningún análisis, así que de nuevo el embarazo no llegó a buen puerto.

Este segundo aborto me hizo tocar fondo; me daba igual todo y estaba deprimida. Comencé a obsesionarme con el hecho de quedarme embarazada ¿y si no podía? ¿y si tenía algo que me impedía quedarme embarazada? Mi ginecóloga no me ayudó ya que le pregunté si en un futuro podría hacerme alguna inseminación o in vitro si no me quedaba embarazada, y me contestó que hiciera lo que quisiera pero que eso no me aseguraba que me iba a quedar.

Creo que en esa situación podría al menos haberse callado, ya que salí de la consulta todavía más deprimida.

Seguí compartiendo confidencias con chicas que habían pasado lo mismo que yo, o que estaban en tratamientos de fertilidad y creo que este apoyo mutuo fue lo que más esperanzas y fuerza me dio.

Por fin el embarazo

Cambié de ginecólogo y le conté mi caso. Me hizo las pruebas y detectó que tenía alta la prolactina a causa del estrés. Me mandó medicación y a los tres meses me quedé embarazada de mi primer hijo. Qué decir que el miedo que tenía a que le pasase algo era excesivo y muchas veces mi familia decía que casi estaba obsesionada.

Pasé todo el embarazo sin disfrutar de él y,cuando estaba embarazada de 7 meses, me echaron del trabajo por esta razón. Era tal el miedo a que le pasase algo a mi hijo que no denuncié a la empresa por temor a que el estrés del juicio le pasase factura.

 

Tercer aborto: tristeza

Al año y medio de tener a mi primer hijo me volví a quedar embarazada y  a los dos meses sufrí otro aborto. He de decir que este fue diferente; me produjo tristeza pero al fin y al cabo ya tenía un hijo y no fue para nada igual que los anteriores.

 

Quinto embarazo: pasotismo absoluto

He de decir que este embarazo fue el más difícil para mi en el plano personal. Hasta los seis meses fue un embarazo normal, si que es verdad que seguía teniendo miedo; por ejemplo dejé de hacer deporte  (es una de las cosas que más envidio que puedan hacer las embarazadas en situación normal).

A los seis meses mi hermana tuvo una enfermedad autoinmune y al mes murió. Durante el tiempo que estuvo en el hospital y hasta el parto he de decir que no hice caso al embarazo. Es una situación tan dura que todo aquello que me había dado miedo en los anteriores embarazos simplemente se esfumó.

Creo que la mejor ayuda que podemos tener en estos casos es la de nuestra familia y sobre todo la de aquellas personas que han pasado por lo mismo. Al sufrir un aborto el miedo se multiplica, por eso también es importante que preguntemos a nuestro médico todo aquello que nos inquieta, aunque creamos que es una tontería. Si lo hacemos nos vamos a quedar mucho más tranquilas y eso lo agradecerá nuestro futuro bebé.

 

Y vosotras ¿habéis sufrido un aborto? ¿cómo os habéis sentido en esa situación?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Todavía recuerdo cuando mi hija mayor nació y me pasaba las noches paseando a la niña desesperada porque no dejaba de llorar.

Los cólicos pueden ser la peor pesadilla durante los cuatro o cinco primeros meses de vida del pequeño llevando en muchos casos a la desesperación de los progenitores, pero, como como me dijo una pediatra: «Es que esto hay que pasarlo».

Yo lo descubrí tarde, una amiga me lo dejó cuando mi hijo tenía dos meses y la verdad es que mi experiencia fue muy positiva, aunque querría haberlo usado con los demás para dar una opinión más firme.

Ya son varias personas las que me han hablado sobre su experiencia positiva con este colchón, por eso quiero publicar la opinión que me ha llegado de una seguidora de @Trucosdemamas

 

 

cocoonababy

Mi nombre es Vero y quiero compartir con todas las mamás y papás que tienen niños pequeños que sufren cólicos de lactante mi experiencia con un colchoncito anticólicos que se llama Cocoonababy.

Yo no lo conocía y me lo ha dejado una amiga porque el pequeñín llevaba como una semana con muchos gases en las tomas de la tarde-noche.  Hablando del tema con ella me dijo que a su niño le había ido muy bien y que se le habían quitado los cólicos de inmediato. Y mano de santo!.

Desde que lo tenemos no es que ya no tenga gases, pero ya es una cosa normal, no como antes que el pobre estaba todo el día con el gesto retorcido.

Nosotros hemos bautizado a Cocoonababy como el Sacapedos….;). La verdad es que yo tenía poca fe en esto pero desde que lo tenemos el drama de los gases en casa ha desaparecido.

Buscando información sobre el producto parece ser que este colchón se adapta a la posición del niño cuando es colocado en el nido. Una postura que tiene numerosas ventajas para los recién nacidos ya que facilita el tiempo necesario para que el bebé se adapte al entorno y vaya desarrollando su motricidad.

Cuando los bebés nacen, sus primeros meses suponen un periodo de transición ya que se tienen que adaptar de un entorno líquido en el que se han formado, el vientre de su madre, al medio espacial.

El colchoncito Cocoonababy se desarrolló en principio para usarlo en hospitales De hecho se utiliza en diversos servicios de Neonatología y Maternidad de centros sanitarios. Posteriormente, ha pasado a venderse a particulares.

Entre las ventajas que se le atribuyen podemos destacar que ayuda a reducir el reflujo gástrico y reduce o elimina que el bebé se despierte con sobresaltos.

Mi experiencia con este producto ha sido fabulosa aunque también tengo que decir que, aunque a mi me lo han dejado, si os decidís a comprarlo cuesta alrededor de unos 150 euros.

¿Qué mejor plan para un sábado qué ir a buscar por toda la ciudad los juguetes para estas Navidades?

Seguro que más de uno de vosotros se ha identificado con esta situación. Ya os hablamos hace unos días sobre la escasez de juguetes que ya están sufriendo algunas tiendas (Juguetes que comienzan a agotarse). Cuando escribí este post mis hijos todavía no tenían los catálogos de juguetes y no sabían que iban a pedir a los Reyes Magos, pero varios días después mis temores comenzaron a hacerse realidad cuando al pasar las páginas siempre se detenían en la página de «La patrulla canina», juguetes que están entre los más demandados de este año.

Hacía varios meses que mi marido no libraba un sábado y justo ayer le dieron el día libre. En vez de quedar todos en familia, ir a hacer deporte o comer juntos se nos ocurrió dejar a los niños en casa de los abuelos y comenzar una frenética carrera por todas las jugueterías de la ciudad para buscar los juguetes que nos habían pedido. ¿Qué queréis pedir a los reyes? Mi hijo contestó sin pensárselo: «El centro de mando de la patrulla canina»…Imaginaos mi cara de terror, hace unas semanas ya estaba agotada pero aún así decidimos comenzar una búsqueda incansable por todas las tiendas que encontrábamos en nuestro camino.

 

La patrulla canina

El centro de mando de la patrulla canina, prácticamente agotado en todos los sitios

 

La primera fue un conocido centro comercial, al llegar allí preguntamos por la sección de la patrulla canina y solo quedaban mochilas, estuches y algún instrumento musical.

Nuestro segundo intento fue en una gran superficie exclusiva de juguetes. El centro de mando ni estaba, ni los perritos de la patrulla, ni los vehículos transformables. Solo quedaban puzzles, una cámara de fotos y un estuche.

Salimos ya con un grado de desesperación elevado y nos fuimos al siguiente centro comercial que encontramos en nuestro camino. Creo que cuando llegas a este punto comienzas a entrar en una espiral y lo que quieres es encontrar cualquier cosa del juguete preferido de tus hijos, da igual, lo que sea, aunque no sea lo que te hayan pedido. Nos cruzamos la ciudad de una punta a otra (unos 25 kilómetros) para intentar encontrar el juguete y nada.

Seguimos toda la tarde de centro comercial en centro comercial hasta que, por fin, en una juguetería, encontramos un coche de Chase (el perrito policía) y una figura de Skye, la perrita y nos lanzamos hacia ellos como si no hubiese un mañana. No habíamos logrado nuestro objetivo principal, pero nos fuimos contentos porque al menos habíamos conseguido dos figuritas de los personajes favoritos de nuestros hijos.

Agotados llegamos a casa y ya en frío me puse a pensar si esto es normal…Nos volvemos locos por conseguir un juguete, un complemento, un regalo, pero muchas veces nuestos hijos no valoran tanto si les hemos regalado uno u otro juguete; lo que realmente desean es disfrutarlo junto a nosotros y que les dediquemos unos minutos para jugar juntos.

Ese tiempo junto a ellos, que a veces nos falta,  quizás sea el mejor regalo que les podemos ofrecer estas Navidades.

 

 

¡Cómo cambian las vacaciones cuando hay niños en casa! Cuando dejan de ser bebés es importante que disfruten durante las vacaciones, que se lo pasen bien y que de paso aprendan cosas, que les despierten su curiosidad. Así que es importante pensar en ellos a la hora de planificar las escapadas.

Este verano nos apetecía pasar unos días en el norte, en concreto en Cantabria y al ir con niños, no lo dudamos, un día tenía que estar dedicado a visitar el Parque de la Naturaleza de Cabárceno. Aunque ya os hablamos de él en otro post, aquí os cuento nuestra visita.

Compramos las entradas por internet, simplemente por comodidad, aunque luego me di cuenta de que son un poco más baratas, no mucho, pero algo te ahorras. Aunque hay una entrada de medio día, yo creo que no merece al pena. El parque es muy grande, además de ver animales y asistir a los espectáculos (demostración con leones marinos y técnicas de vuelo de aves rapaces), puedes disfrutar, si el tiempo lo permite, de un agradable día de picnic, admirando el bonito paisaje. Así que lo más conveniente es dedicar el día entero, que cuesta 25€ por adulto y 15€ por niño (hasta los 5 años incluidos la entrada es gratuita).

Fuimos con 3 niños de 4, casi 5 y 7 años y disfrutaron mucho, aunque los dos pequeños al final del día estaban un poco cansados. En general se portaron bien y les gustó mucho la experiencia, aunque yo recomiendo ir con niños un poco más mayores que creo disfrutarán más de los animales y de la naturaleza.

Tuvimos un día espléndido, con bastante sol, y a ratos nubes. Es importante ponerles protección solar y llevar gorras, porque aunque parte del recorrido se hace en coche (el parque es enorme, 750 hectáreas), para ver los animales hay que bajar y lo normal es estar al sol. El parque está preparado con mesas y bancos para poder pasar el día entero, si llevas comida (se puede entrar con comida y bebida), aunque también puedes hacer un picnic en cualquier rincón del césped. Dentro también hay restaurantes, o puedes salir, y volver a entrar después de comer.

Al lado del parque está el pueblo de Cabárceno que lógicamente ha aprovecha el tirón para poner en marcha diferentes negocios de restauración. Nosotros elegimos esta opción y la verdad es que comimos muy bien (había menús de adultos desde 9€, más alejados del parque, hasta los 14€ y menús infantiles de 7/8€). Me ha sorprendido, en general, en nuestra visita a Cantabria, que los restaurantes están muy preparados para los niños, además de tener menú infantil, suelen tener una zona de juegos para los niños.

Respecto a la visita, aunque acabamos un poco cansados del coche, nos gustó. El parque está muy cuidado, tuvimos la suerte de ver bastantes animales (no es un zoo, aunque están encerrados, algunos tienen mucho terreno, como los osos, o los elefantes, y en ocasiones es complicado verlos), y la verdad es que el tiempo también nos acompañó. Ver el parque con sol no es lo mismo que verlo diluviando y justo un par de días antes de nuestra visita parece que llovió bastante porque algunas zonas estaban aún embarradas.

¿Qué animales vimos? Desde elefantes, cebras, leones (estos los vimos de lejos y durmiendo), hipopótamos, gorilas, avestruces… hasta serpientes, boas, jirafas, llamas… También hay una zona de animales domésticos con caballos, ponys, gallinas, ovejas, cerdos, etc.

Aquí os dejo algunas fotos de nuestra visita.zo

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Una llama en el Parque de Cabárceno

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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La zona de los elefantes en el Parque de Cabárceno

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

También hay una zona de animales domésticos en el Parque de Cabárceno

También hay una zona de animales domésticos en el Parque de Cabárceno

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El restaurante donde comimos, al lado del parque de Cabárceno y con un parque de bolas en el interior para los niños

El restaurante donde comimos, al lado del parque de Cabárceno y con un parque de bolas en el interior para los niños

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Este lago está al lado del parque de Cabárceno, pero fuera, rodeado de césped verde. Perfecto para tumbarse un rato a descansar

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Tenéis toda la información en la web del Parque de Cabárceno. ¿Lo habéis visitado alguna vez? ¿Nos contáis vuestra experiencia?

 

 

Uno de las situaciones claves por los que tenemos que pasar los padres es el temido momento en el que tenemos que quitar el pañal a nuestros hijos. Antes de quitárselo al mío, había recibido un montón de consejos de otras madres, hechos con buena intención, pero que me habían vuelto loca y habían hecho que tuviese más miedo a ese momento de lo que verdaderamente luego supuso. “Que si hazlo en verano”, “que si no se lo pongas por la noche”, “que si se lo siga poniendo por la noche”.

Cada niño es un mundo y lo que vale para uno quizás no sea lo más conveniente para otro, así que creo que tenemos que ir actuando dependiendo de lo que vayamos viendo y de cómo se vayan comportando nuestros hijos.

En mi caso fueron en la guardería directamente dónde me dijeron que iban a empezar a quitarle el pañal. Como mi hijo cumple los años en octubre fue de los últimos en el proceso, porque la profesora iba poco a poco quitándoselo a los niños que eran más grandes. Mi hijo tenía dos años y medio cuando comenzaron a quitarle el pañal. La profesora nos dijo que los niños suelen tardar más en el proceso que las niñas y que hay que quitárselo directamente y no volver hacia atrás.

Nos recalcó que esto es muy importante: una vez que se toma la decisión no debemos echarnos para atrás y aunque el niño se siga haciendo pis no volver a poner el pañal, puesto que le “haríamos un lío” literalmente y sería peor.

La profesora nos mandó “deberes”: ella en el colegio le preguntaría frecuentemente si quería hacer pis y nosotros tendríamos que hacer lo mismo en casa. Es muy pesado, por eso recomiendan hacerlo en época de vacaciones o cuando los padres estén en casa para que puedan estar atentos.

Mi hijo tardó más o menos una semana en pedirlo solo, aunque hay noches en las que se sigue haciendo pis y le ponemos un pañal adaptado a su edad. Esto nos dijeron que es normal, y que es parte normal del desarrollo de algunos niños, y que por lo tanto no le diéramos importancia. Además, él tenía apneas por las noches, lo cual agravaba el problema puesto que nos explicaron que cuando conseguía descansar estaba tan dormido que aunque la vejiga enviase al cerebro un mensaje de alarma el niño no se despertaba para ir al baño. Para que no relacione que sigue llevando pañal le compro unos calzoncillos absorbentes; están a medio camino entre el pañal y un calzoncillo normal, tienen un indicador que cambia de color si el niño se ha hecho pis y se ponen como un calzoncillo normal.

Para quitarle el pañal por la noche nos dijeron que lo mejor es ir levantando al niño 2 o 3 veces a lo largo de la noche para evitar que la vejiga se llene y que se haga pis en la cama. Lo hemos hecho varias veces y no se ha vuelto a hacer pis, pero no descansa bien porque le estamos cortando el sueño, así que hemos dejado este tema aparcado hasta que llegue el verano.

Creo que muchas veces le tenemos más miedo a ese momento por todo lo que nos han contado por lo que verdaderamente es. En una semana o dos más o menos los niños ya van sin pañal y lo pueden pedir perfectamente.

 

susana

Mis dos experiencias con el este tema han sido completamente diferentes.

Cuando tuve que quitar el pañal a mi primera hija coincidió una época en la que mi padre estaba enfermo. Mi cabeza estaba en otras cosas así que fue un desastre. En la guardería me dijeron que cuando se lo quitásemos lo hiciesemos de golpe pero como yo pasaba mucho tiempo en el hospital y la niña estaba cada día con un familiar le hicimos un lío a la pobre y no se lo pude quitar hasta una semana antes de empezar el colegio (ya por obligación).

Mi opinión es que, cuando lo hagamos, los padres tenemos que estar centrados en eso, ya que hay que ser muy constante, preguntar al niño cada cierto tiempo que si quiere ir al baño, y una vez que se ha conseguido, si sigue haciéndose pis de vez en cuando (cosa muy normal), no regañarle para no crear traumas con ello.

Con mi segunda hija sin embargo fue coser y cantar. La niña acababa de cumplir 2 años y la profe de guardería me dijo que ya la veía preparada para quitarle el pañal, asi que de un día para otro así lo hicimos. La niña enseguida aprendió la rutina de ir al baño, incluso le retiré el pañal de la noche enseguida y perfecto.

A veces, los padres tenemos mucha prisa por quitar el pañal a nuestros niños, pero lo que es cierto es que cada uno tiene una evolución y hay que hacerlo cuando ellos y nosotros estemos preparados. Resultará mucho más fácil.

Araceli

 

 

 

Mi experiencia tiene dos partes, la primera, negativa porque lo intenté antes de tiempo, la segunda, positiva porque era el momento. Así que mi consejo es hacerlo cuando el niño está preparado, no cuando los padres queremos.

Influida por las opiniones ajenas, en el verano que tenía 2 años, y que coincidió con unos meses en los que no trabajé y lo saqué de la guardería, intenté quitárselo. El niño no estaba preparado, así que fue un desastre y desistí en el mismo día que lo intenté (tengo muy poca paciencia, eso es cierto).

Unos ocho meses después, coincidiendo con la Semana Santa siguiente, cuando él iba a cumplir 3 años, el padre decidió quitárselo, aprovechando que estaba de vacaciones. Y fue muy fácil. El primer día y el segundo fueron terribles, le cambiamos 8-10 veces de calzoncillo y pantalón. Pero en una semana ya no tuvimos problemas, salvo algún escape puntual. Eso sí seguimos con el pañal por la noche durante bastantes meses más. Siempre dicen que debes quitarlo cuando aparece seco, pero nunca ocurría. Sin embargo un día decidimos quitárselo, llevarle a hacer pis justo antes de acostarlo y ha sido así de sencillo. Ha tenido algún escape pero muy pocos. Tampoco se levanta en medio de la noche y eso que suele beber agua antes de acostarse e incluso en plena noche. Aguanta bastante porque incluso por las mañanas, después de no haber hecho pis en toda la noche, le tengo que obligar a ir a hacerlo.

Coincido con mis compañeras en que hay que hacerlo cuando el niño esté preparado, cuando los padres estén tranquilos y con tiempo para estar con él, preguntarle a menudo, estar pendientes… Y que no hay prisa, salvo el que a los 3 años, al empezar el cole, el niño ya no puede ir con pañal. Pero por las noches.. ¿quién con 18 años lleva pañal? Pues eso, que tranquilidad, y paciencia!

Contadnos vuestra opinión. Gracias!

Mi hijo desde muy bebé ya roncaba muchísimo, pero la simple anécdota empezó a preocuparnos cuando notábamos que por las noches había veces que se quedaba sin respiración algunos segundos (luego nos enteramos que se llama apneas obstructivas).

Ya llevábamos notando durante mucho tiempo que el niño estaba cansado por el día, tenía muchas ojeras y le costaba mucho despertarse por las mañanas o cuando terminaba la siesta. La profesora incluso nos llegó a comentar que un día estaba dormido en clase y unos compañeros le pisaron sin darse cuenta y ni se levantó. Además se solía hacer pis por las noches, hecho que nosotros achacábamos a que todavía es muy pequeño. Además los ronquidos iban cada vez en aumento y ya eran como de una persona mayor.

Primero fuimos al otorrino y nos dijo que probásemos a darle unas gotas con corticoides para ver si mejoraba, pero seguía igual.

La alarma saltó cuando, con dos años y medio, se le inflamaron las anginas y tuvimos que llevarle a urgencias porque casi no podía respirar: allí nos dieron un diagnóstico claro, teníamos que operarle de amígdalas y vegetaciones, ya que su tamaño impedía que le entrase el aire correctamente y a la larga podría tener consecuencias neurológicas, pulmonares y daños cardiacos.

Para comprobar que verdaderamente necesitaba la operación le hicieron un estudio del sueño. Le pusieron unos cables por toda la cabeza y  le midieron una serie de indicadores: frecuencia cardiaca, fases del sueño, respiración… El diagnóstico fue el mismo: el niño necesitaba operarse porque no descansaba por la noche. En esa prueba salió que tuvo unos 40 micro despertares por la noche, algo muy elevado, según el médico. El niño por la noche no dormía bien y hacía un sobreesfuerzo al intentar respirar para que le entrase más aire. Sudaba mucho por el esfuerzo, gastaba más calorías (lo que hacía que estuviese más delgado de lo normal) y encima estaba todo el día cansado.

El médico nos dijo que con esta operación ganan mucho, claro pero es tu hijo y encima tan pequeño te da miedo meterle en un quirófano. También nos explicó que esa primera noche la pasaría en la UVI porque era mejor que estuviese controlado en todo momento. Lo primero que pensé es ¡un día sin verle, me puede dar algo!, pero luego en el hospital te dejaban estar con él, como ahora contaré.

Llegó ya el tan deseado día de la operación, que fue por la tarde, y me dejaron pasar con él hasta el quirófano. Le pusieron la mascarilla y se quedó dormido. Unos 40 minutos después vino el médico y nos dijo que todo había salido perfectamente y ya le llevaron para la UVI, donde pudimos estar todo el rato con él.

Más o menos 2 horas después se despertó (nos dijeron que hay niños que se despiertan mucho antes) y nos avisaron de que podía sangrar, que no nos preocupásemos. Él no sangró en ningún momento. A las 3 horas se tomó un zumo e hizo pis, y se fue despertando. Creíamos que pasaríamos toda la noche en la UVI, pero sobre las 11 nos llevaron a una habitación. Ya desde esa primera noche no roncó nada y solo se despertó a las 6 de la mañana porque le empezaba a doler.

El médico pasó por la mañana y nos dio el alta. También nos advirtió de que la fase de más dolor para el paciente es desde los días 5 al 10 de la operación. Que no le diésemos de comer cosas que pudiesen hacerle daño (como patatas fritas, pan..) y nos recetó unos supositorios de Nolotil para cuando se quejase.

Afortunadamente el niño se quejó apenas un par de veces y no tuvo esa “crisis” a partir del 5º día. Ha dejado de roncar totalmente y se nota que por las noches descansa muchísimo, vamos es un cambio espectacular.

¿Alguno de vuestros hijos ha tenido este problema? ¿Les han tenido que operar siendo tan chiquitines?

6 meses después..

Escribo después de 6 meses tras la operación, la verdad es que es lo mejor que pudimos hacer. El niño duerme toda la noche de un tirón, a veces se despierta solo una vez, se nota que descansa y le ha cambiado hasta el humor. Come mejor, ha engordado, y también ha crecido un poquito (no todo lo que esperábamos). Consultamos con un pediatra porque sigue siendo muy delgado y bajito y nos dijo que era normal que se hubiese detenido el crecimiento, ya que cuando tenía las amígdalas y las vegetaciones no le llegaba suficiente oxígeno (en los análisis le salía mayor cantidad de glóbulos rojos debido a esto, ya que al no tener tanto oxígeno «fabricaba» más glóbulos rojos para compensar ese déficit). Nos dijo que era normal y que al año notaríamos que había pegado un estirón, ya que solía ser igual en todos los niños que tenían esta patología.

 

 

Mi sobrina mayor sufría una verdadera adicción a los chupetes. Tenía que tener unos 5 o 10, los contaba constantemente, y si se perdía alguno lloraba y solo se consolaba si le comprábamos otro. Cuando empezó el cole con 3 años seguía llevando chupete, la profesora le regañaba y su madre consiguió que, cuando se acercaban al cole los guardase en la mochila para que sus compañeros no le dijeran que era un bebé.

Un día, ya en Navidad,  mi hermana se lo comentó a la pediatra y ésta le dijo a la niña: -¿Sabes que la camella Florinda ha tenido hijitos? Por cada chupete que le dejes te traerá un regalito. Mi sobrina, la noche de reyes dejó los chupetes en el salón al lado de sus zapatos, para que cuando viniesen los Reyes, junto con la camella Florinda se llevasen los chupetes. A la mañana siguiente Florinda, además de los regalos, le había dejado una nota de agradecimiento porque al final los camellitos tenían chupetes.

Mi hija pequeña seguía los mismos pasos que su prima: tenía 5 chupetes y sabía perfectamente donde estaba cada uno. Si los perdía se pasaba todo el tiempo buscándolos así que decidí que cuando los perdiese no le compraría ninguno más. Hace una semana perdió su último chupete en la calle y se pasó todo el tiempo llorando llamando a su «tete». Le dije que una palomita lo había cogido para su hijito pequeño. La primera noche fue la peor, se despertaba llorando y como no encontraba el chupete no podía dormirse, así que me la tuve que llevar conmigo a la cama.

Los siguientes días siempre que veíamos una paloma en la calle le decía que su hijito tenía el «tete» y que estaba muy contenta.

Ha tardado 3 días en acostumbrarse, ya al cuarto dejó de preguntar por él.

Ceder el chupete o biberón a otro bebé puede ser una gran idea

Ceder el chupete o biberón a otro bebé puede ser una gran idea

 

Igual hice cuando le quité el biberón a mi hijo cuando tenía 3 años: se fue dos días a un campamento y cuando volvió y preguntó por el bibe le dije que se lo había dado a la profesora y que seguro que se había olvidado en el campamento (lo escondí por si acaso tenía que recurrir a él). Desde aquel día ya se toma la leche en el vaso.

Creo que el hacer el gesto de «dejar su chupete o biberón» a otro bebé hace que les cueste menos desprenderse de ellos.

También podéis utilizar alguno de estos «Cuentos para dejar el chupete, quitar pañal o comer mejor» que ya publicamos en otro post. ¿Y vosotras? ¿Cómo lograsteis que dejasen el chupete o biberón?

 

Las comparaciones siempre son odiosas. Pero cuando se trata de niños muchas veces podemos crear un trauma en ellos que les puede repercutir en su vida adulta. @Trucosdemamás os contamos nuestras experiencias, primero como hijas y luego como madres en este tema. ¿ Por qué comparamos a los niños?

 

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¿Por qué los adultos nos empeñamos en comparar todo lo relacionado con nuestros hijos y conocidos?

 

 

Cuando era pequeña, no había cosa que más odiase que las comparaciones con otros niños.

Mi madre siempre tendía a compararnos a mi hermana y a mi con unas vecinas de al lado que eran perfectas. Nosotras nos peleábamos continuamente, ellas no hacían ningún ruido en su casa. Ellas eran estilizadas, nosotras no. Eran guapísimas. Nosotras del montón y además ibamos juntas al mismo polideportivo a hacer gimnasia rítmica. Ellas destacaban en esa disciplina y a nosotras siempre nos regañaba la profe por lo mal que se nos daba.

Durante años perdimos la pista de estas dos vecinas y hace unos dos años casualmente me encontré con una de ellas y con su madre por la calle. Su madre nos saludó y «pasó el scanner» de nuestras vidas. Su hija nos contó que tenía un hijo y que vivía con sus padres en el pueblo. Su hermana estaba soltera y residía en Madrid.

Mientras la chica me estaba contando su vida pensé ¿que ha sido de estas dos niñas que se iban a comer el mundo y que destacaban por todo? Al final el tiempo pone a cada uno en su lugar pero lo cierto, pero el recuerdo de esas cosas se mantiene para siempre.

 

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Yo ya me había olvidado de las comparaciones hasta que tuve a mi primera hija. La niña era muy alta y muy delgada y la gente empezó a comparla con otros niños de su edad. Que si era muy delgada, que si no comía, que si el hijo de fulanita comía mucho y se criaba muy bien, que el de zutanita se criaba así porque su madre le daba el pecho y tenía mucha leche…..en fin. Durante el primer año de vida fué un estrés para nosotros (menos mal que la niña no fué consciente del acoso que tuvo por parte de familiares, amigos, vecinos….).

Afortunadamente a partir de ese año la niña empezó a comer bien y aunque sigue siendo delgada, ya no está sometida a ese acoso.

Pero hubo otro añadido más: hasta el año y medio no anduvo. A partir de ahí  tuve que oir  los mil comentarios de gente que me decía que como es que con esa edad no andaba que la llevase al médico, que eso no era algo normal… Estos comentarios generaron la ansiedad de pensar que la niña no estaba bien.

Cada niño tiene una evolución y no por ello va a ser mejor ni peor que otro, pero la realidad es que, mucha gente hace esos comentarios gratuitos sin pensar en las consecuencias.

Mi pregunta es ¿ por qué siempre se tiende a comparar a los niños? ¿Que beneficio hay en ello? A la larga estas cosas lo que consiguen es frustar a los niños y hacer creer que si no son como  los demás esperan es que no valen o están haciendo algo mal .

Un niño es un niño y tenemos que sacar todo lo positivo que hay en él. Nuestras frustaciones como adultos las debemos dejar para nosotros mismos y no perjudicar la vida de un niño que puede ser espléndida.

 

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Nunca me han gustado las comparaciones, de pequeña las viví pero desde el otro lado. Soy la mayor de dos hermanos, más o menos buena estudiante, responsable… y mi hermano tuvo que crecer oyendo a diario, tanto en casa, como en el colegio y el instituto, comentarios por parte de mi madre y de los profesores del tipo: «si estudiaras la mitad que tu hermana», «si fueras tan trabajador», etc, etc. Creo que no solo no benefician, sino que además pueden perjudicar enormemente a la persona, cuando la autoestima no es muy fuerte. Y desde que soy mamá… pues aún las odio más. Mi hijo es pequeño, delgado, come regular, anduvo muy tarde…  Es carne de comparación.

Muchas veces los padres caemos en la tentación de comparar, creo que es algo innato en muchas personas. Pero yo lo tengo claro, delante de mi hijo intento no hacer comentarios comparándolo con otros niños. Tengo que seguir sufriéndolos por parte de los abuelos, y me enfado bastante porque no quiero que mi hijo crezca oyendo esas odiosas frases: «come más y ganarás a tu primo», «tienes que ser el primero, para ganar a todos», etc.

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En mi caso las comparaciones vienen de la mano de mi hijo mayor y los niños de su misma edad. Él es el más bajito de su clase y además siempre ha estado en el percentil 3 de peso. Los dos primeros años de vida le hicieron muchas pruebas porque no engordaba, por si era celiaco, tenía alguna intolerancia etc. pero siempre ha dado negativo. Siempre escucho frases como «debería medir esto», «debería medir lo otro», «está muy pequeño»… al principio me angustiaba y reconozco que lo pasé mal porque, aunque la gente no lo haga con mala intención, lo que provoca es crear una preocupación en los padres, muchas veces innecesaria. Cada niño es diferente y no debemos comparar a unos con otros porque ellos notan esa preocupación o ansiedad y se la transmitimos aunque no queramos. Mi hijo, por ejemplo, ahora dice «he crecido mucho, soy mayor», supongo porque también ha escuchado a su alrededor demasiadas opiniones sobre su físico.