MADRE, MUJER Y TRABAJADORA: LA BATALLA DEL SIGLO XXI

Ayer mi hijo llevó el babi lleno de manchas al cole. La noche anterior se me había olvidado sacarlo de la mochila y lavarlo así que iba vestido como si fuese un dálmata. Cuando se despidió me dio un beso y me dijo:

  • Mamá que no pasa nada, tu no te preocupes. El niño debió ver mi cara descompuesta al ver que el pobre iba hecho un «Cristo».

Esto se podría quedar en una anécdota pero cuando le dejé en la puerta me sentí fatal.

Durante toda la mañana estuve dándole vueltas a la historia. Estaba decepcionada conmigo misma: No sabía cumplir mi labor como madre, ni como trabajadora ni con mi pareja.

En muchas ocasiones he tenido con compañeras de trabajo y amigas la misma conversación. Ser mujer y madre cada vez es más complicado. Y todo porque la sociedad nos exige más cada día. Nos han vendido muy bien el término de «Superwoman»: una mujer que vale para todo. Es buena madre, buena esposa y excelente trabajadora. Pero ¿cómo se puede sobrellevar todo esto sin morir en el intento? ¿y si no haces alguna de estas cosas bien, eres ya un «desecho» en esta sociedad tan competitiva?

 

Primero : eres mujer y , aunque parezca mentira, todavía muchos de los roles que antes eran impuestos a nosotras como tales, siguen flotando en nuestra sociedad . Aunque muchos padres realizan las tareas del hogar y se ocupan del cuidado de los hijos,  la mayor parte de este trabajo sigue siendo realizado por las madres.

Se habla de conciliación y aunque últimamente se están realizando decenas de campañas a través de medios de comunicación y redes sociales para que sea un hecho todavía esta palabra tiene un largo recorrido por hacer.

Otro factor que solemos descuidar ( y bastante) cuando tenemos hijos es la pareja. Seguro que a más de uno os suena esta frase “Es que ya no me haces caso”.  La teoría es muy fácil  pero ¿cómo mantener la relación con tu pareja si los niños reclaman tu atención y tienes que estar pendientes de ellos día y noche? Cuando llega la noche estoy tan cansada que solo pienso en poder dormir y conciliar el sueño más de dos horas seguidas…

 

Segundo: eres madre. Cómo madres, las mujeres del S XXI nos hemos puesto unas metas muy altas. Queremos que la crianza de nuestros hijos sea ideal. Ese es nuestro sueño y el no poder conseguir el mismo hacen que nos frustremos cada vez más.

Yo tuve que dejar de dar el pecho cuando comencé a trabajar y es una espinita que se me ha quedado clavada para siempre. A los seis meses ( y en este sentido me considero afortunada porque por lo menos mi hijo disfrutó de la lactancia materna durante medio año) me incorporé de nuevo a mi puesto de trabajo.

Intenté compaginar lactancia y trabajo durante una temporada pero era una locura. El niño se adaptó rápidamente al biberón y rechazó el pecho así que en menos de dos semanas deje de dárselo. Mi instinto como madre me decía que intentase seguir seguir con la lactancia materna pero la estructura de nuestra sociedad me impedía llevarlo a cabo: en el trabajo no hay ningún lugar preparado para ello y muchas veces está «mal visto» el que te puedas ir veinte minutos a extraer leche ( una amiga me comentaba en una ocasión que fue su propia jefa la que invitó a que dejase la lactancia materna porque perdía mucho tiempo en sacarse la leche).

 

Tercero: eres trabajadora. En el trabajo pretendemos demostrar que somos tan válidas como antes de haber parido y que podemos compaginar a la perfección trabajo y maternidad. Aqui podemos encontrar varios casos:

  1. Ser madre trabajadora y compaginar tu jornada laboral con el cuidado de niños. Aquí se podría aplicar la frase «Cómo llegar a todo y no morir en el intento». Sobre todo cuando los niños son pequeños hay que hacer magia para poder compaginar todo. Cierto es que afortunadamente, muchos padres modernos podemos contar con la ayuda de los abuelos, nuestros ángeles de la guarda.

2.    Pedir la jornada laboral reducida. En la mayoría de los casos la mujer es la que renuncia a continuar con una jornada de trabajo continua y desgraciadamente son muchas las empresas que no terminan de concebir el término conciliación. Podríamos poner cientos de ejemplos sobre mujeres con carreras exitosas y que al dar a luz quedan relegadas a un segundo plano.

Hace unos días recibíamos el siguiente correo de una chica de Valladolid:

 

Buenas tardes

Me pongo en contacto con vosotras para haceros eco de mi caso, un pequeño ejemplo de lo que nos pasa a muchas mujeres en el día de hoy.

He sido madre hace un año (es lo que más me llena de orgullo en este momento) y en el mundo laboral tenía una posición bastante buena. Trabajo en el mundo de la publicidad y hasta que dí a luz llevaba cuentas de grandes clientes. Mis superiores estaban contentísimos conmigo y habían hablado de ascenderme en varias ocasiones.

Tras el periodo de lactancia (un mes antes porque así me lo pidieron mis jefes) me incorporé de nuevo a mi puesto pero era una auténtica locura. Jornadas de trabajo interminables, fines de semana pendiente del teléfono y reuniones hasta altas horas de la tarde hacían que no pudiese disfrutar de mi hija.

Mi chico me animó a pedir la jornada reducida durante un tiempo para que disfrutásemos la maternidad y así lo hice. 

En dos meses había pasado de llevar grandes cuentas a clasificar facturas hacer labores de oficina. Mis jefes pusieron inmediatamente a un chico en mi puesto que es el que ahora se encarga de lo que era mi trabajo.

Los primeros meses estuve con depresión. ¿Por qué se me había hecho esto? ¿Es que no cumplía mi jornada laboral igual que el resto de mis compañeros a pesar de tener reducción de jornada? ¿no me llevaba igual el trabajo a casa y el teléfono para seguir atendiendo llamadas?.  

He decidido disfrutar de la maternidad al completo y hace un par de meses me despedí de la empresa. Ahora mi niña es lo más importante y tengo que aprovechar todos los momentos que pueda con ella. He aprendido que ese es el verdadero sentido de mi vida. 

Mi caso es el de miles de mujeres que cada día sufren lo mismo. Todo por ser madre y querer disfrutar de esa maternidad.

Muchas gracias por escucharme.

Sandra

 

3. El trabajo en casa. Muchas mujeres trabajan en casa y se ocupan de los niños. Este es el trabajo más desagradecido. «Prefiero estar trabajando que en casa». Es un trabajo que ocupa las 24 horas del día y que no está visto en nuestra sociedad.

Afortunadamente ya son muchas las parejas que compaginan las labores del hogar, un gran paso que se ha conseguido en estos años.

 

@Trucosdemamás

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