PAPA BROWNIE: BROWNIES AL PUNTO DE NIEVE

 

Y llegaron las nieves y como no debe ser de otro modo Los papas Brownies quieren que los planes salgan bien parafraseando a nuestro ídolo infantil Anibal Smith en el Equipo A.

 

Este hincapié en que todo salga redondo se produce sobre todo porque en el caso de los papás primerizos la primera visita a la nieve tiene que resultar para nuestros peques una experiencia especial, ya que van a ver y sentir un elemento por primera vez que se les va a quedar grabado a fuego (y nieve jeje) para el resto de sus días, y no lo digo por los guantazos que se dan los esquiadores delante de nuestros peques cuando miran atónitos por primera vez esa manera de deslizar tan rápida y atractiva.

Y es que aunque algún esquiador se deje el ligamento cruzado, el coxis, y el orgullo en esas fatídicas caídas, nuestros peques verán la nieve como un elemento amigo y blandito.

La nieve y la montaña en esa dualidad suelen representar en muchos casos tiempo de relax, de diversión, de amiguetes, de chimenea, de chocolate caliente con bizcocho y galletas, en definitiva “de estar mas a gusto que un arbusto”o “agustez”.

 

 

Cuando pensamos en nieve nos vienen casi siempre recuerdos buenos de la infancia como cuando nuestros padres nos llevaron a esquiar por primera vez, de nuestros primeros muñecos de nieve, de ver nevar y el silencio que produce…

 

Esas son las cosas que ansiamos transmitir a nuestros peques y que en un futuro recuerden con cariño, y que estos a su vez lo transmitan a los que vengan por detrás.

 

 

 

 

 

Nuestra experiencia fue estupenda aunque viésemos solamente mucha nieve en las pistas de esquí y poca en las zonas de bosque y esparcimiento, pero ahí estaba yo con mis amigas mamis llevando a nuestros pequeños a hombros con un sol de justicia y portando todo lo necesario para lo que iba a ser uno de esos super días.

 

No nos faltó de nada.

 

Incluso nos llevamos hasta los perros para que se sintieran en libertad por algunos instantes y doy fe de que fue así. Los peques parecían muñecos de Michelín con las botas, los guantes y los monos, y su mayor ilusión era tirarse en el trineo (aunque lo guiara yo y cruzásemos por calvas de tierra a la velocidad del rayo lo cual daba más sensación de velocidad y de Rally). Pudimos hacer también muñecos de nieve picasianos con nuestra zanahoria de rigor que era la que daba sentido a aquella “obra de arte”.

Todo salió genial y lo pasamos chupi aunque no todo fuera idílico y eso fue lo bueno. Los peques te teletransportan al pasado y a su vez te ayudan a superar tus temores y tus miedos y hacen que en la imperfección todo en nuestra vida cobre sentido.

 

 

Y para recordar ese día de nieve no hay nada como este videoclip de Police ¡Buen día a todos!