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Llega el frío y con él nuestros peores enemigos: las toses y los constipados. Ya os hablamos hace algunos días en un post sobre los mocos, inseparables de los más pequeños desde que entran en la guardería o el colegio. Pero los mocos suelen venir acompañados de tos. Ya el año pasado mi hijo, propenso a coger todos los virus habidos y por haber,  estuvo una semana entera con tos y le compré uno de los jarabes antitusivos que venden en las farmacias sin receta médica y al final la tos no solo no desapareció, si no que derivó en bronquitis.

Siempre he consumido miel, pero hasta este momento no había pensado dársela al niño porque no recomiendan suministrarla a niños menores de un año.

Este año he empezado a darle miel para prevenir la tos y los temidos catarros. En un artículo publicado en el periódico El Mundo y firmado por Juan Casado jefe de Servicio del Hospital Infantil del Niño Jesús y profesor de pediatría de la Universidad Autónoma de Madrid, se afirma que un estudio, publicado en la revista científica ‘Archives of Pediatrics and Adolescent Medicine’ confirmó que unas cucharadas de miel son tan eficaces como el  dextrometrofano, el compuesto que contienen las gotas, jarabes y supositorios utilizados para la tos; además la miel puede utilizarse tanta veces como se quiera y no tiene ningún efecto secundario.