Cuando oímos la palabra “cólicos” nos echamos a temblar: pensamos en noches en vela, en llantos que nunca acaban y en vecinos encolerizados dando golpes en las paredes para que nuestro hijo se calme. En mi caso sufrí los temidos cólicos con mi primer bebé, y fruto de la inexperiencia y de la desesperación hacía todo lo que me decían y se me ocurría: coger al bebé en brazos y dar vueltas por la casa, masajes, infusiones especiales, ponerle boca abajo encima de mi brazo inclinándolo…
Con el segundo bebé pregunté directamente a mi enfermera qué podía hacer cuando le diesen y directamente me dijo que la pusiese al pecho, ya que al comer los gases se iban a mover y no tendría tantos cólicos. Dicho y hecho: un remedio fácil y eficaz (en mi caso).
En las clases post parto también nos explicaron el masaje anti cólicos, aunque en mi caso dio mejores resultados el ponerla al pecho. De todas formas en Internet podréis encontrar multitud de vídeos en los que se explica cómo dar este tipo de masajes. Aquí os dejo uno de ellos: