TRASTORNO POR DÉFICIT DE NATURALEZA (TDH): QUE ES Y CÓMO PUEDE AFECTAR A NUESTROS HIJOS.
Hace unas semanas hicimos una visita al huerto urbano de la Fundación «El buen Samaritano» de Madrid. Aparte de la gran experiencia que supuso el hecho de hacer partícipes a los más pequeños en la importancia de cuidar el entorno en el que viven , esta Fundación realiza una gran labor social trabajando por la recuperación y la integración social, familiar y laboral de las personas con enfermedades mentales graves. En el centro nos hablaron de un trastorno que cada vez afecta más a los niños que viven en grandes ciudades : El trastorno por déficit de naturaleza (TDN).
Parece mentira que estemos hablando de esto en la sociedad del Siglo XXI pero lo cierto es que las nuevas tecnologías, el cambio de mentalidad de las sociedades más avanzadas y las nuevas formas de vida en las ciudades han hecho que tengamos que referirnos a un nuevo trastorno que puede afectar a nuestros hijos: El trastorno por déficit de naturaleza.
Y es que, el estar separados de la naturaleza nos hace daño. Nuestros hijos pasan cada vez más tiempo dentro de casa. Recuerdo en nuestra infancia cuando pasábamos horas y horas jugando en la calle o en cualquier parque cercano de casa y disfrutando de esa relación con la naturaleza de una forma o de otra. Ahora, los niños están cargados de actividades extraescolares y cuando salen del colegio tienen toda la tarde ocupada en desarrollar estas tareas dentro de espacios cerrados y «sin posibilidad de soltar toda la adrenalina» que acumulan de una jornada escolar.
Los parques de las ciudades ya no son de tierra, están hechos de material blando para que los niños al caerse no se hagan daño, tampoco tienen arbustos ni árboles a los que subir y lo más importante: la relación con la naturaleza es prácticamente inexistente.
Richard Louv, autor estadounidense, fue quien acuñó el Trastorno por Déficit de Naturaleza cuando investigó las experiencias con el entorno natural de los niños en el pasado y las que tenían ahora. El autor sostiene que, cuanto más tiempo pasemos en el interior más alienados nos sentiremos y seremos más vulnerables a estados de ánimo negativos o a reducir la capacidad de concentración.
Cada vez son más frecuentes las visitas de niños al pediatra que sin, aparentemente ninguna causa muestran cansancio, fatiga o estrés. Y es que estos 3 síntomas, aunque no han sidos sistematizados, se han relacionado con el Trastorno por Déficit de Naturaleza.
SÍNTOMAS DE TDN
- Ansiedad
- Estrés
- Fatiga
- Cansancio
Pero además también se ha relacionado con las siguientes patologías:
- Obesidad.
Una de las consecuencias inmediatas de la obesidad infantil es la llamada diabetes tipo 2 o también llamada diabetes del adulto. También colesterol elevado e hipertensión arterial, lo que predispone ya, en un niño a sufrir enfermedades cardiovasculares. Aparte debemos valorar que este sobrepeso en niños puede afectar a su desarrollo emocional apareciendo sentimientos de baja autoestima e inferioridad.
- Enfermedades respiratorias.
Cada vez son más los niños de las grandes ciudades que sufren problemas respiratorio. Las palabras asma, bronquiolitis o broncoespasmo se han convertido en un vocabulario habitual para nosotros. Los niños de nuestra época están sometidos a la contaminación extrema de las ciudades teniendo a varias generaciones de niños «enganchados» al inhalador.
- Trastorno por déficit de atención.
Es fácil encontrar los niños de hoy en día distrayéndose facilmente, pareciendo no escuchar cuando se le habla directamente o con problemas para organizarse. Estos factores propios de un niño con déficit de atención son cada vez más comunes en los niños de hoy en día.
- La hipovitaminosis D .
Es la falta de vitamina D. Los investigadores estiman que más de un 50% de la población está en riesgo de padecerla y algunos de los síntomas que muestran la falta de esta vitamina son la tristeza, dolor de huesos o la obesidad.
¿QUE HACER PARA EVITAR EL TRASTORNO POR DÉFICIT DE NATURALEZA ?
- Realizar excursiones al campo. Debemos enseñarles a disfrutar del entorno natural. La infancia es el periodo perfecto para experimentar con la naturaleza. La curiosidad innata en los niños juega a nuestro favor y les podemos enseñar toda la fauna y flora de la zona que visitemos. Además podemos elaborar con ellos una ruta para que también practiquen senderismo y descubran lugares increíbles.
- En los colegios, los tiempos de recreo al aire libre deben ser sagrados. Los niños necesitan airearse y el juego al aire libre además implica el desarrollo de habilidades sociales en los niños tan necesarias en la época actual.
- Los campamentos son la mejor opción para que los niños convivan con el entorno natural. Muchos de ellos cuentan ya con huertos en los que los niños recolectan la propia fruta y verdura que luego consumirán.
- Contacto con los habitantes de los pueblos. Cuando convivimos con las personas que residen en pequeños pueblos nos damos cuenta del verdadero valor que tiene la naturaleza para ellos y lo importante que es para nuestra supervivencia. Si aprendemos a que los niños aprendan a escuchar las sabias palabras de los más mayores ( y por lo general les hacen más caso que a nosotros)
- Visitar huerto urbano o crear un huerto escolar. Muchos colegios, conscientes de este grave trastorno han creado huertos escolares para implicar a todo el colegio en esta ardua tarea de valorar el entorno donde vivimos. Aquí les enseñan a cultivar la tierra y a implicarse directamente con las plantas.
La tierra es un bien que se nos ha dado y debemos cuidarlo porque lo que hoy no hagamos por ella recaerá en las nuevas generaciones.
Por eso debemos implicarnos en formar a nuestros hijos en esos valores donde la naturaleza y el medio ambiente son los verdaderos tesoros. Si queremos lo mejor para ellos… ¿que mejor regalo que enseñarles a valorar lo que les ha regalado la tierra?.