Tengo que aclarar que la experiencia la vivió en realidad el padre, ya que ese día él estaba de vacaciones y cuidaba al peque, mientras yo estaba trabajando.
Fue en vísperas de Reyes del año pasado, mi peque tenía 2 años y medio. Se había levantado un poco pachucho con algo de fiebre y el padre le llevó al pediatra para que le echara un vistazo. Le diagnosticó una leve faringitis. Así pasó todo el día y a media tarde, sin previo aviso, empezó a convulsionar: ojos vueltos, convulsiones, pérdida de conciencia, labios morados…
Según nos comentó el médico después no serían más de 2-3 minutos pero para el padre fue una eternidad. Luego vomitó e inmediatamente después se quedó dormido. Todo esto ocurrió ya en el coche, camino del hospital. Al despertarse el niño estaba histérico, llorando y gritando.
Son las fases habituales de las convulsiones febriles, según nos contaron después los médicos: convulsiones, vómitos, sueño y luego al despertarse están tan desubicados que vienen los llantos y gritos.
Se producen por una subida rápida de la fiebre y no tiene por qué ser fiebre alta. En el caso de mi hijo no llegó a 39ºC. Se supone que, según nos explicaron, es una forma que tiene su cerebro de desconectarse antes esa subida repentina de la fiebre, para evitar sufrir daños.
Estuvimos en el hospital durante unas 3 horas y nos fuimos a casa. En las 48 horas siguientes tuvimos que estar muy pendientes de él, incluso la primera noche, dormimos con él en la habitación. Ya que nos dijo el médico que si la convulsión se repite en menos de 48 horas puede ser síntoma de algo más grave, como una epilepsia. Afortunadamente no pasó, el susto se quedó en eso.
Todos los médicos coinciden en que las convulsiones febriles no son graves pero son uno de los mayores sustos que unos padres pueden llevarse, sobre todo si nadie te ha hablado de ellas. Es verdad que había leído algo pero pensaba que solo sucedía si la fiebre era muy elevada. Nadie en mi entorno me había contado algo así, así que el susto fue monumental. El padre de mi peque pensó que se moría… No viví el momento en persona pero recordándolo se me hace un nudo en la garganta.
Un niño que ha sufrido convulsiones febriles una vez tiene un 50% de posibilidades más que cualquier otro niño de volver a sufrirlas, por lo menos hasta que tenga 5-6 años, momento en el que el riesgo casi desaparece. Así que desde entonces tenemos en casa un medicamento que nos recetaron, Stesolid. En caso de que volviera a repetirse debemos suministrarle una cánula y llevarle a urgencias… Prefiero no pensarlo, no sé si seré capaz de reaccionar y seguir las instrucciones para suministrársela.
Afortunadamente, en nuestro caso, ha pasado un año y no ha vuelto a tener ninguna convulsión.
En fin, un susto de esos que nos dan los hijos para no olvidar.